Hace un mes que comenzó la estación seca. Atrás quedaron las furibundas tormentas que han azotado Kinshasa durante meses. Consecuencia: las aguas del río Congo han bajado espectacularmente dejando a la vista un fantástico paisaje de enormes piedras negras, reveladoras de un pasado volcánico. Aquí, en la confluencia entre Kisnshasa y Brazzaville, el río se estrecha y cobra tanta fuerza, que deja de ser navegable. Esto es lo que se encontró el explorador Henry Morton Stanley, que tuvo que plegar su canoa -la Lady Alice- y continuar a pie hasta la desembocadura. Aprovechando la bajada de las aguas, decenas de personas acuden a este lugar, a las afueras de Kinshasa, para picar piedra. Lo hacen manualmente, trabajando de sol a sol, con martillos como estos que pesan unos 10 kilos. Los picapedreros convierten la piedra en guijarros que venden, al final de la jornada, como material de construcción. Pueden llegar a ganar unos tres dólares -o sea, un euro y medio aproximadamente- cada día.
1 comentario:
No sé como será de abrasador el sol de allí, pero aquí -en Madrid- nos estamos achicharrando. :) Este verano parece que será cálido.
La gran diferencia es que aquí tenemos el aire acondicionado (sin abusar, que luego vienen las pulmonías) y una calidad de vida mucho más digna.
Reconozco que se te ve feliz. Eso será porque tu labor allí está siendo muy provechosa, así que, solo desearte que siga siendo así. Y que seas muy feliz.
Un gran abrazo.
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