14.10.11

Con los pigmeos de Kinshasa.

Hoy he pasado el día con los pigmeos de Kinshasa. Me han contado que muchos abandonan la selva del norte del Congo para probar suerte en la ciudad, pero les está resultando muy difícil. Tienen un carácter reservado y un fuerte sentimiento de inferioridad, por eso sólo se relacionan entre ellos. Viven hacinados, y es difícil que los niños vayan al colegio. Su esperanza de vida ronda los 35 años, y suelen empezar a tener hijos a los 12-13 años. Aquí en Kinshasa suelen trabajar como vendedores ambulantes, como la inmensa mayoría de los congoleños, y apenas consiguen reunir ni medio euro al día. A muchos les gustaría volver a la selva, pero para ellos es imposible reunir 20 ó 30 euros para el transporte, así que no les queda más remedio que quedarse en la ciudad. Sin embargo, empiezan a adaptarse. Hay un pigmeo que ha terminado la universidad, por ejemplo. Y ya no tienen miedo de ir a los centros de salud. Los pigmeos, sin embargo, siguen guardando los secretos de las medicinas naturales de la selva, una selva que cada vez está más en peligro, y en la que cada vez es más difícil encontrar los ingredientes. Eso sí, son un pueblo muy alegre. Sus danzas son muy animadas, siempre acompañadas por los tambores. Cantan y bailan en todas las ceremonias y dicen que la música es lo que les mantiene vivos.